
LEYENDAS
LOS ACHA
Se cuenta que por la noche salían los achas (hombres que guardaban el orden), éstos eran un tipo de calaveras que salían brincando, si se encontraban con alguna persona y una calavera lo alcanzaba a golpear la persona amanecía muerta.
También en las familias nunca se acostumbraba a tender el tapete en medio del troje, pues decían que les llegaban los acha.
MARÍA L APIS
Cuentan que el cacique o jefe de la tribu de Tioso Guanaten tenía una hermosa hija llamada María Lapís.
Pero el padre de esta joven enviudó y al poco tiempo volvió a casarse, por lo que María Lapís tuvo una madrastra.
Por falta de agua María y la demás personas de la tribus tenían que ir a traerla a un lugar muy lejano, llamado Jandumba, este lugar estaba muy cerca del rancho de la Palma Michoacán , por lo que en todo el día sólo podían acarrear un viaje de agua.
La madrastra de María Lapís la trataba mal y la obligaba a hacer viajes en un día; así María tenía que trabajar todo el día, hasta que en una ocasión, ya cansada, se sentó a reposar, en un lugar entre las hierbas y por casualidad vio que de una pajita saló un pajarito sacudiendo sus alitas, ella lo vio tan natural y lo observó, quedándose un poco extrañada ya que el pajarito se sacudía las alas como si la tuviera mojadas, pero por curiosidad se arrimó a la pajita de donde había salido el pajarito, con mucho asombro vio que había un charquito de agua, donde el agua se había bañado.
María escavó e hizo más hondo el charquito llenó su cántaro d agua y regresó a su casa.
Así siguió haciéndolo todos los días, llenaba su cántaro de agua en aquel charquito y regresaba muy pronto a su casa con los tres viajes, ante el asombro e los demás por su habilidad para acarrear agua, su padre estaba tan admirado, pues regresaba muy rápido, no sabía si alguien más la ayudaba con el agua o cómo lo hacía con tal rapidez.
Su padre mando espiar los pasos de su hija, pues quería salir de esa duda. Los espías revelaron haber visto a maría llenando su cántaro de agua en un lugar más cercano que Jandumba.
Los de la tribu decidieron ahogar a María Lapís en ese charco par que el agua nunca se acabara o como le llamaban ellos, encantarla, pues María lo había descubierto.
Y así lo hicieron, un día, cuando María estaba llenando su cántaro la ahogaron.
Este lugar ahora lo conocemos como Ojo de Agua de Charapan, en él se aprecia sobre el agua una especie de lama con unas hermosas raíces blancas y largas, que, cuentan que son los cabellos de María Lapís, ya que anteriormente se guardaba mucho respeto a este lugar y no a cualquier hora se arrimaban, a las 12 horas salía María Lapís a lavar y peinar su hermosa cabellera. A las siete de la noche tampoco, pues dejaba descansar al lago, teniendo que esperar al siguiente día.
EL CAMINO DE CHARAPAN A TANGANCÍCUARO
Según cuentan las personas mayores, antes por ese camino se movía mucha gente a pie, a caballo, en burro o mula para ir al pueblo de Tangancícuaro, Zamora o alguna otra población situada por este lado del territorio Michoacano; de la misma manera los que venían de allá para acá; así por ejemplo, se dice que unos días antes del “Domingo de Ramos” lo transitaban los ganaderos que iban a exponer su ganado al pueblo de Periban, y aquí en Charapan se detenían a descansar o pasar la noche; se hospedaban en lo que fuera el mesón del finado Espiridión Cedeño (a) “piri”, en lo que ahora es la casa de señor Salvador Bonaparte.
Dicen que era el camino más corto, además de que cuenta con algunos lugares donde podían abastecerse de agua para las personas y para los animales que traían con carga o en los que montaban, muestra de ello está todavía “El coyote”, aunque ya casi con todas las norias tapadas, “ El adomado” y, a unos 100 metros de la orilla, “El pirul”. Por este camino se acarreó casi toda la cantera que tiene el templo, que a cada hombre se le asigna cierta cantidad para que la trajera, se iban en grupos y cuando ya venían de regreso las mujeres iban a encontrarlos en el punto denominado “ La meseta del coyote”, ahí descansaban y les daban atole.
También se dice que por ese camino transitó el famoso bandolero o revolucionario José Inés Chávez (a) “Chávez” para cometer sus fechorías, algunas personas cuentan que cuando lo hicieron en Periban por aquí se vino huyendo hacia Purépero; y con tal de avanzar más rápido porque venían siguiéndolo, a los lados fueron enterrado mucho dinero, sería verdad o mentira, pero algunos que sí lo creyeron se pusieron a escarbar y hace 25 años constantemente amanecían hoyos a los lados.
Por ese camino se trasladaba también mucha gente a trabajar en cualquiera de los diferentes trabajos que en aquella época había como, resina,(instalar, rebanar,); a la tabla (tumbar el pino, hacerlo pieza, hilar, subir la pieza al “tren” y hacer la tabla o vigueta con la sierra de mano) a la agricultura (barbechar, cruzar, sembrar, escardar, chaponear, cortar rastrojo, cosechar), a llevar las vacas, a sacar raíz de las pajas para las escobas o escobetillas, etc.
El camino estaba lleno de árboles como grandes y añosos tejocotes y pinos que cobijaban con su sombra a los caminantes; había tantos que una persona “rebanada” y juntaba resina por todo el camino.
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Se cuenta que hace mucho tiempo, por este camino, justo en el punto denominado “El adomado” iba un señor que vendía rebozos, de repente vio un toro que andaba por ahí pasteando y el señor le empezó “a hacer ruido”, entonces el toro como era bravo se le dejó ir y lo embistió hasta que lo mató, por eso al toro le pusieron “el rebozo”.
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Se cuanta también que una vez, en el mes de diciembre, venían unas señoras del “cerro del burro”, era el tiempo de cosechas y ya estaba oscureciendo, al llegar enfrente de “ la granja” de repente empezaron a ver a un señor chaparrito, vestido de manta, pero con un sombrero charro; el señor se echaba una gritos y se hacía pa’ tras, tanto que el sombrero le pegaba en los talones. Dicen que ellas empezaron a rezar y al llegar donde estaba parado ya había desaparecido.
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Una persona de Charapan cuenta que estaba de velador junto con su familia “Tzapen”. Uno de sus hijos venía casi todos los días a llevar “el mandado” y se iba casi siempre oscureciendo, al pasar por enfrente del barrio de “la grava”, a un lado del camino, veía una animal blanco que se metía en un teco (tejocote), le avisó a su papá y éste le dijo a otras personas para que los acompañaran a escarbar porque pensaron que ahí había dinero. Una madrugada se fueron. Empezaron a escarbar y solamente se encontraron una piedra grande, la sacaron y la aventaron en el camino y se fueron desanimados; pero un señor que iba a la resina se encontró el dinero, pues la piedra se convirtió en dinero.
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Se cuenta que un señor que vivía en “ Rancho Nuevo” acostumbraba a venir cada domingo al cine, para lo cual se venía en caballo. Una ocasión cuando ya iba de regreso, como a la media noche, en la cuesta del “coyote” empezó ver un jinete montado en un caballo negro muy bonito, que brillaba de lo hermoso que era; pero no lo dejaba pasar, si quería irse para un lado el jinete le atravesaba el caballo, si le daba para otro, le volvía a salir, se dice que asi estuvo por un buen rato hasta que empezó a rezar y entonces se desapareció y así pudo pasar
PACTO CON EL DIABLO
Hace mucho tiempo vivía un hombre muy rico , sin embargo ese dinero no era obtenido por su propio esfuerzo, si no que se dice que esta persona tenía un pacto con el diablo.
Por ello cuando el necesitaba dinero, inmediatamente se dirigía a una cueva que se encuentra a 2 km del lugar conocido como “el pajonal”, en donde tenía un reencuentro con el diablo. Posteriormente el capital que se le otorgaba, como era demasiado, lo conservaba en cueros disecados de animales .Cuando requería de él, tomaba un poco de su sitio. Por lo que parte de el lo utilizó para la compra de ganado. El cual se comenzó por irse a la cueva cuando el hombre murió.
Cuenta la leyenda que el diablo se aparece en la carretera que va hacia Tanganciacuaro en forma de un toro.